EXIGENCIA Vs
EXCELENCIA
Les voy a contar la historia de un par de amigos que
curiosamente trabajaban por los mismos ideales y con los mismos
principios…….aparentemente!!
Decidieron independizarse de sus actividades laborales y
sumergirse en un apasionante proyecto propio en el que tenían puestas todas sus
esperanzas y la tan anhelada aventura empresarial que los uniera en ese
proyecto, tantas veces renombrado y en el que juntos dedicarían sus esfuerzos
para la consecución del esperado triunfo en sus carreras profesionales.
Uno de estos buenos amigos decidió desde el minuto uno
ponerse a trabajar como un loco y teniendo claro su objetivo dedicarle día y
noche a tan ansiado proyecto. No había despuntado el alba y ya estaba en pie,
inmerso 100% en su actividad que le esperaba de manera inminente, quería tener
“atado” hasta el mas mínimo detalle, le molestaba si alguien llegaba a la
oficina aunque fuese 5 min. Tarde por culpa de lo que fuera (que le daba
igual), planificaba sus reuniones hasta el punto de no querer que nadie
interfiriera ni tan siquiera en el momento de prepararlas y aunque fuese
alguien para invitarle a una taza de café, levantaba la cabeza de su mesa de
trabajo y lo miraba como perdonándole la vida (la preparación de su agenda era
de suma importancia). A partir de ahí el reloj y los tiempos de las reuniones
tenían que ir al unísono y por supuesto que nada descuadrara pues ya era una
desgracia, nadie de su equipo podía interrumpir en esas reuniones y como no, si
lo hacían, ni tan siquiera les escuchaba pues todo estaba planificado por él y
con ello las aportaciones de los colaboradores estaban fuera de lugar. Todo
controlado, todo medido, a lo mas mínimo que no entrara en sus planes ya subía
la tensión y le generaba ansiedad y
preocupación por muy liviano que esto fuera.
Por supuesto tampoco servía la aportación de nadie pues si
no estaba en el guión no lo aceptaría, ni que decir si le llevan la contraria
pues la única forma de hacer las cosas, es como ya de por si estaban
planificadas y con ello tendía a la perfección y que no hubiese ningún cabo
suelto. En el ambiente se podía cortar la tensión del equipo y ahí de aquel que
no bailara a su son… Este buen amigo acababa los días agotado, cabreado en
muchas ocasiones, preocupado, y como no… nunca satisfecho. La perfección era
el himno de su vida. Y qué pensaban los
colaboradores… A la primera de cambio no hacían caso, trabajaban bajo presión,
con todo impuesto y un clima de obligación como si se tratara de los años 20.
Nunca era bastante, todo era poco, clima tenso, reuniones no participativas,
controladas, jornadas agotadoras, buscando esa perfección que nunca acababa de
llegar.
Y qué decir de los logros…
Si existían se celebraban segundos, pero no el equipo claro, mi buen amigo, todo
el merito suyo y aun así nunca era bastante, siempre había algo que mejorar, se
podía haber hecho de otra forma y cuando no había respuesta… el error se convertía en el fracaso mas
trepitoso.
Imagínense ahora el otro amigo que disfrutaba con las
aportaciones de los colaboradores, que tenía capacidad para la escucha y las
intervenciones de otros, que no importaba intercalar un buen café con alguna
reflexión para relajarnos, que si hoy no podía terminar alguna tarea se
aplazaba para el día siguiente y ni tan siquiera tenía que presionar a nadie
para que terminaran esta con más ímpetu, que cualquier pequeño logro se reconocía
y valoraba por todo el equipo.
Que el merito era de todos y nadie tenía protagonismo
unilateral, que siempre se buscaba la aportación de varios puntos de vista, que
trabajaban
con liviandad y desde la serenidad que los errores cometidos les harían crecer
y superarse y a lo mejor hasta
encontrar alguna forma o alternativa para mejorar.
Espacio para la reflexión, para la meditación y el posible
error que los haría crecer, jornadas de disfrutar con el día a día, con dar
espacios para el tiempo personal y
profesional, con equilibrio emocional y dejando actuar el tiempo. Y al final de
la jornada mientras que uno terminaba agotado, no satisfecho, a veces
malhumorado, siempre llevándose a la cama que tenia y que no tenía que haber
hecho……..el otro llegaba a su casa tranquilo, con la sensación del deber
cumplido, jugando con su hijo pequeño, y terminando con la satisfacción de un
gran día.
Esto amigos míos no es ni más ni menos que el día a día de
muchos de nosotros, posicionándose en mi primer amigo el EXIGENTE o en el
segundo de ellos el EXCELENTE. Y es que hay una inmensa diferencia. Trabajar
desde el hacer para ser o trabajar desde el ser para hacer. Sin duda dos
estilos de liderazgo, dos estilos de pilotar nuestras vidas y nuestras
profesiones, equipos, o incluso nuestra familia, uno en el sufrimiento continuo
del objetivo y la satisfacción que nunca llega y otro con la satisfacción
permanente de haber dado lo mejor de sí mismo día tras día, y sabiendo que el SER
EXCELENTE te permitirá HACER EXCELENTE y tener una vida rica, apasionante, e
intensa… Y a pesar de los pesares EXCELENTE!!
Por cierto adivinan como acabo la historia?????
Abel
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